domingo, 20 de marzo de 2011

Sentido de realidad


Mira atentamente la foto: Piensa.


La realidad supera la ficción. Pero esta última es controlable, es aquel mundo donde lo que quiera es verdad y así no hay problema con la realidad. Es más fácil, sí, pero no es más feliz.

Lo que la ilusión da, la ilusión lo quita. No permanece, no realiza, sólo hiere y separa. Espero que algún día nos demos cuenta que la verdad es lo que libera.

Apariencias

Bajo cada cortina, no se sabe que hay detrás. Incluso detrás de los ojos azules siempre hay una picardía oscura que remarca la necesidad de construir las paredes que, siendo bonitas, esconden el horror del vacío.

Y solamente tú, entre idas y venidas, terminas confundido entre los velos de las ilusiones y los engaños que tú hiciste vida.

Tal vez alguien los vea y te lo diga, para que descubras que eres solo apariencia y tus amigos quieren más que aire.

Una bonita canción de amor


Cuando estoy frente al mar, no puedo evitar cerrar los ojos y oír el viento que golpea sobre mi rostro, las olas que se mecen, la arena que se mete entre los dedos de mis pies y el canto de las aves.


Soy un romántico, pero no de aquel sentimentalismo radical que termina por ensalzar las sensaciones y las experiencias, hasta tal punto de desvirtuarlas y no trascenderlas. Soy de aquel que experimenta las pequeñas cosas para encontrarle un sentido y ver alrededor de ellas el amor o el desamor.


Esta esencia, la del amor, es el contenido clave de lo más hondo de la identidad del hombre. Es el sello clave que hace fluir el hecho humano trayéndole grandeza y dignidad. Le da sentido y dinamiza la misma humanidad.


Por eso, no hay como una bonita canción de amor que refleje lo que vivimos. Expresa nuestras vivencias y de alguna manera se convierte en un manantial del que bebemos para comprender lo insondable y misterioso de amar.


¡Qué triste que ahora hay pocas de esas canciones! La instrumentalización de la sexualidad ha llegado a tal punto que termina por explicar el amor en sensaciones y liberaciones químicas. Y lo más angustiante para el ser humano de hoy es que lo corporal, biológico o químico jamás explicarán lo que inspiró esa canción y más aún esa esencia que es el amor. Se quedan cortas.

Antes de anochecer

El tema de la dignidad del hombre ha entrado cada vez con más fuerza en el ámbito cotidiano. Se evoca cada día o noche en que se busca la felicidad. Y se navega en ella para encontrar una respuesta ante las tristezas que el mundo trae.


Pero está atardeciendo. Las nubes, amenazadoras de tormenta, empiezan a ocultar el Sol y con ello la dignidad del hombre. No es que desaparezca nuestra dignidad, sino que no la vemos, pero seguimos tanteando quiénes somos, dando respuestas cada vez más parciales por los detalles fragmentados que vemos por falta de luz.


Y llegamos a pensar, tristemente, que la dignidad proviene de lo que cada hombre piense de él mismo. Así la guerra, los asesinatos, la violencia, el odio y la miseria seguirá existiendo y de alguna manera definiendo al hombre. Estamos a punto de cruzar el umbral entre el día y la noche.


No más dilución del hombre. Es tiempo que comprendamos el papel del Sol en nuestra vida. Friedrich Nietzsche excluyó su papel en la tierra y buscando apostar por el hombre, terminó por descorazonarlo, por arrancarle su vínculo con la verdad de sí mismo.

No lo excluyamos más. ¡Seamos nosotros mismos!

viernes, 18 de marzo de 2011

Rock, una contracultura pop


“Algunos disfrazan sus crudas ganas de figurar
Corazones ardientes, estrellas calientes por papel
Por mientras se come tu imagen
Algún sucio magazine
Que estampa en tu frente un precio de moda

Cielo me has marcado
Como estrella que logra ver su estela
Cielo me has mandado
Al sonreír al morir”
La Ley – Cielo Market

¿Y dónde está el rock latinoamericano? En todas partes. ¿Y sigue siendo fiel a sus orígenes? Depende.

Ya en la década de los cincuenta, el Rock and Roll es un género musical comercial divulgado como corriente contracultural de la música negra como el blues, el gospels y el rhytm ‘n’ blues. Y se genera una decadencia musical de este género hasta que en Inglaterra se recupera sus inicios con una evolución distinta, dando pie a la formación del rock propiamente.

Pero el rock no es definible propiamente, es una experiencia, es una vivencia muchas veces asesinada por la sociedad. Es un encuentro con su identidad, con diálogos de lazos y ataduras, de uniones y misterios. No sólo son los beats, o los solos, son un todo que ahoga cualquier pensamiento y refresca los sentimientos.

No se hizo esperar el movimiento de los jóvenes de los sesenta. Un movimiento particular en la historia: un cúmulo de rebeldes, cansados y agotados de tanta injusticia, de ser ignorados, de vivir en una sociedad que no promovía la realización personal, sino un desarrollo de los tejidos sociales, muchas veces, instituciones que nada tenían que ver con la felicidad de sus “maquinas” (personas) que mantenían el proceso vivo.

¡Y la juventud se ha convertido en eso! Rebeldía como signo de inconformidad, de insatisfacción frente a estándares impuestos y no deseados. Miedo a lo artificioso, a lo mecanizado y aburrido. Anhelo de hacer de la vida propia un referente de libertad y autenticidad.

Pero no todo anhelo se convierte en realidad. El hecho que se experimente eso, no quiere decir que se vaya en contra de esos estándares ni que se encuentre lo que se busca.

Y lo testimonia la ciudad de la furia, aquel hito de Soda Stereo, que habla de un Buenos Aires en el que se sabe quién es parte de ella, pero no se sabe quién la habita. Y cómo sólo yo, un hombre alado, Ícaro, se atreve a vivir en la ciudad de la furia por su grandeza, pero que se le derriten sus alas en el día y sólo puede ser libre en la noche.
Y la búsqueda se hace tan repetitiva y cae siempre en manos del destino que la tira en cualquier atolladero, que pronto se mecaniza y termina una juventud jugando el juego de poder donde el consumo y la producción ya se miran hasta en las etapas de la vida.

Y ahí está el talón de Aquiles y la industria cultural lo captó desde los orígenes. Toda esa originalidad de artistas jóvenes que mueven masas sólo es un pájaro domesticado, que aunque sin jaula, ya no vuela, ya no es libre.

El rock de hoy en día perdió su contracultura, su rebeldía; ya es un paradigma que no sólo se mofa de la búsqueda y los anhelos, sino que los convierte en idealismos vanos, cuando son tan auténticos, tan diáfanos, tan elementales para la humanidad.

martes, 1 de marzo de 2011

Poemas

*inspirados en canciones

Canción: Loussiana de Percy Mayfield


Me desperté en medio de una playa. Vi el horizonte y me di cuenta que no quería asentarme; caminar, navegar, volar era mi vocación. Recogí mi corazón y lo puse en el infinito, así sabría que sólo pertenece a lo más insondable.


Canción: Cajuina de Caetano Veloso

Existir es el gran misterio de la vida, pero ser siempre viene con nosotros no importa donde estemos.

Canción: El último habitante del planeta de Mastretta

Ombres… Only shadows…
Lleno de sí, sólo para sí,
Él mismo por lo mismo para él mismo,
Un día despierta y sale el sol,
Sus pedazos quedan regados alrededor
Y se da cuenta que sólo fue sombras,
Él para él, ya no es él.

Pasado

Y las estrellas brillaron esa noche. En una playa lejana de mi casa, casi siempre fría, nublada, con fuertes olas y oscuridad, típica de un océano pacífico. Y en esa playa de Perú, me reencontré conmigo en una caminata.

Los recuerdos vinieron a mi memoria: Sin reconocer mi presente, caminaba hacia mi pasado. Y extrañé la mirada de mi mamá, su genio santanderiano particular, el famoso “caldo” que se usa para pasar guayabos, se hacía en las noches del fin de semana como plato rememorante, o unos fríjoles distintivos que sólo cada dos meses se servía.

Y esas ansias por conocer unas tierras áridas donde el calor no era sinónimo de calidez, sino de tierra baldía. El lenguaje coloquial era la acidez de los comentarios de mi mamá y yo, ámbito en el que me sentí alguna vez encontrado.


Sin embargo, no dudé en recordar que la falta de cordialidad me llegó a fastidiar y ahí separé de nuevo los caminos esperando a algún paisa para que nos atendiera.


Definitivamente no extrañé el sagrado corazón, ni las reuniones familiares con tíos y abuelos, porque ni a mi madre ni a mí nos llamaba la atención. Y esas nostalgias de mi padre fueron perdiéndose en la oscuridad de una familia paisa...


Ya en el colegio, mis amigos fueron muy particulares, todos cruzados por culturas marginadas. Así mi poca cordialidad podría pasar desapercibida y la falta de amor por los fríjoles, la música parrandera, los malos comentarios de las suegras y la mirada optimista del mundo serían minimizadas.


Al regreso de esa caminata, comprendí que lo que tengo de Antioqueño lo tengo de Peruano. Había aprendido a convivir, pero ciertamente no estaba cómodo ni encontraba aquella silla que permitía compartir el banquete de la comunión.


Más latinoamericano así como santaderiano soy, anhelante de unas tierras lejanas que cuando las conocí tampoco pude encontrarme. Y en frente de aquella casa de playa, donde supe quién soy, me di cuenta que pertenezco al mundo, pero que cada vez que intento serlo de él, sólo me pierdo en mis recuerdos. Y sabiendo de dónde vengo aún sigo en aquella playa caminando sin rumbo.

Aún con fe, pierdo la fe. Y es el espejo mi mayor enemigo, la música mi mayor angustia, el cine y la televisión mi mayor fuga, las celebraciones mis mayores nostalgias… ¿Cultura propia? Mmmm, ¿lo sabré algún día?


Por eso, hoy aseguro mi pasado. Lo atesoro, no como isla desierta, sino tierra lejana que una vez me dio suelo. Algo así como todos los bienes y muebles de una vieja casa que aún no logro encontrar.
Soy, pero todavía no. Fui y soy siendo. Y al ver mi alrededor encuentro que tengo razón: soy sólo la imagen de una cultura llena de retazos, que olvida antes de recordar, que cambia antes de ser y que duerme antes de actuar.


Anhelo como esta cultura mía encontrar esa vieja casa que lo tiene todo.